Esta es la historia

La fascinación por la música sigue siendo una de los fenómenos culturales más misteriosos. Hay innumerables teorías sobre por qué nos gusta la música, pero hoy os quiero hablar de una de las que considero más curiosas.

Los instrumentos, el ritmo, la voz y las melodías tratan de contar una historia a los oyentes. Pero no es solo eso, sino que las historias que envuelven la creación de una pieza musical se convierten también en parte de su cultura, enriqueciéndola. Esta cultura creada alrededor de la música es un poderoso vector de identidad. Nos identificamos con la narrativa de las canciones y la vida del artista. Los sentimientos, las vivencias del autor contextualizan las notas y las palabras de su obra. Así, en muchas ocasiones, nos acaba gustando más las ideas representadas en la música que la melodía en sí: piensa sino en canciones de protesta, himnos nacionales o canciones de amor que te recuerdan a alguien especial.

Entre los elementos que ayudan a la creación de esta representación o cultura extendida encontramos la carátula, entendida como aquella pieza gráfica que hace unos años cubría los discos de vinilo y, posteriormente, los CDs. Las limitaciones físicas de los discos de vinilo LP (Long-Play) restringían la duración a 50 minutos, divididos en dos caras A y B, de 25 minutos máximos cada una. Esto dio lugar a un estándar de álbum que ha perdurado hasta nuestros días, aún podiendo meter más de mil canciones en un mismo dispositivo, tal como sugería Apple cuando anunció el iPod. Pese a convertirse en un anacronismo, las carátulas siguen siendo visibles hoy en día en los servicios de streaming como una manera de identificar la obra.

Son muchos los casos en que la carátula acaba contando una historia igual de interesante o más que la música en sí. ¿Cuántas veces me he quedado con los cascos puestos, con el móvil en mano, tumbado en la cama e inspeccionando una carátula, intentando descifrar el mensaje que el artista quería transmitir? Bastantes más de las que me gustaría admitir.

Tras esas largas horas, tanto las melodías y la letra como las imágenes de las carátulas se quedan grabadas en mi memoria, convirtiéndose en parte de mi identidad. Con el tiempo, quise compartir mi identidad de una manera creativa al mundo, creando mi cuenta de Instagram. ¡Hasta entonces no usaba Instagram!

Dicen que la creatividad nace de las limitaciones autoimpuestas, y en mi caso, me impuse como objetivo creativo recrear carátulas de discos conmigo mismo como protagonista. Ahora mismo le dedico poco tiempo a la cuenta, a favor de esta página web personal, en la cual puedo expresar mi identidad de una manera más completa. Quiero aprovechar este post en la web para hablaros sobre algunas de las carátulas de discos que más me han inspirado y que he recreado en mi cuenta de Instagram: las historias detrás de ellas y de mis reinterpretaciones.

David Bowie

David Bowie es uno de los artistas que más me ha inspirado, en especial, por su capacidad de reinventarse a sí mismo y de crear personajes únicos, como Ziggy Stardust o Aladdin Sane. Por eso mismo fue conocido como “The Chameleon of Rock” por muchos críticos musicales. Su ávido interés por la lectura llenó sus letras de referencias a la literatura, la filosofía y la ciencia ficción, añadiendo una nueva capa de profundidad. Finalmente, también supo rodearse de talentosos músicos, animándolos a colaborar libremente y haciendo que la mezcla resultante fuera más rica y variada.

Heroes, 1977

El primer álbum que recreé en mi cuenta de Instagram fue Heroes. La canción que pone título al álbum se ha convertido en todo un himno, siendo la segunda pista más popular de Bowie por detrás de Space Oddity. La escribió inspirándose en un momento en el que, desde la ventana de su estudio, vislumbró a lo lejos un beso de una pareja frente al muro de Berlín. Todo el álbum cuenta con elementos distintivos, incorporados por los excelentes músicos con quienes se rodeaba, ejemplos de ello son la ambientación electrónica de Brian Eno y las guitarras en bucle de Robert Fripp.

Low, 1977

Low es el álbum anterior a Heroes. Como tal sugiere su nombre, Low muestra un perfil bajo en cuanto a pretensiones y constituye un cambio radical en la música que venía haciendo hasta entonces. Bowie quería dejar de lado la escena glam-rock en la que se veía inmerso y dejar sus hábitos destructivos: llegó a confesar que se alimentó a base de leche, pimientos y cocaína por más de tres años. Para lograr este ansiado cambio, Bowie asesinó a su alter-ego del momento, “The Thin White Duke” y emprendió un nuevo camino mudándose a Berlín, donde le esperaba una nueva escena musical en formación: el Krautrock. La influencia de grupos de esta corriente como Tangerine Dream, Kraftwerk o Can es evidente en este primer álbum de la conocida como “Trilogía de Berlín”, que también incluye al mencionado Heroes y a Lodger.

Canciones puramente ambientales como A New Career in A New Town, Warszawa o Subterraneans son un ejemplo de ello. Estas canciones son capaces de invocar en mí un aura sombría que me translada ante las dificultades a las que Bowie se enfrentaba en su vida personal. La carátula completa la experiencia al mostrar el proceso de renacimiento con un ardiente cielo, un atardecer, un fuego de Fénix que da lugar a un nuevo día tras una larga aventura.

Aladdin Sane, 1974

¿Quién no reconoce el rayo de Bowie? Pues este emblemático símbolo proviene de la carátula de Aladdin Sane, el álbum que Bowie lanzó en 1974. El rayo en la cabeza cristaliza la dualidad entre la sanidad mental y la locura. Musicalmente, para representar la locura, Bowie opta por una rock más duro que en sus discos anteriores salpicado de elementos fuera de lo establecido tradicionalmente en el género, como es el caso de las frenéticas notas del piano en Aladdin Sane, la interpretación de cabaret en Time o el romántico piano recreando la cadencia de una guitarra española en Lady Grinning Soul.

De hecho, tal es el grado de vanguardismo en algunas pistas que una vez pregunté a mi amigo Leandro, estudiante de música, si el aporreo de notas de piano en Aladdin Sane podía considerarse siquiera como melodía. “Aunque no lo creas, toca las teclas correctas”, me respondió. Y aunque lo califique como “aporreo”, por decir algo, creo que es absolutamente fantástico, puesto que es capaz de transmitir sentimientos e ideas que son difíciles de generar de otra manera. Y añado: me parece increíble también la gran capacidad de resolver y hacer resurgir el orden finalmente tras el caos de notas.

Por otra parte, las letras se centran en la fama, el sexo, el descontrol y, como no, en la pérdida de la sanidad mental. Un curioso ejemplo es el de Drive-In Saturday, que nos sitúa en un distópico futuro en el que las personas han perdido la capacidad de intimar y aprenden a tener relaciones mediante películas antiguas, criticando la manera en que la tecnología está cambiando la forma en que nos relacionamos.

En definitiva, y pese a no haber escarbado en todas las profundidades, nos encontramos delante de un álbum excelente, con el icono de rayo transcendiendo una música que paradójicamente pocos han tenido el placer de escuchar.

Peter Gabriel

El que fuera el frontman de Genesis, Peter Gabriel, ha sido por muchos años también una fuente de inspiración. Aunque su figura no es tan eléctica como la de Bowie, su música y su puesta en escena han sido siempre muy innovadoras. Por ejemplo, Peter Gabriel fue el primer cantante en tirarse al escenario, cosa que solía hacer tras presentar la canción The Knife del álbum Trespass. Hoy en día, asociamos el stage diving a toda la música rock y punk, considerándose una práctica muy común en conciertos de estos géneros.

Car, 1977

Car es el nombre que se le atribuye al álbum debut de Peter Gabriel, lanzado en 1977 sin título, por lo que también es conocido como Peter Gabriel I. Este alias proviene de la carátula, que muestra un Flavia azul intenso en contraste con el interior en blanco y negro, con un melancólico Peter Gabriel en el asiento. En mi versión, sustituyo el Flavia por el Volkswagen Golf Cabriolet de mi padre, un coche icónico de la década de los 80.

El diseño de la carátula fue encargado al grupo Hipgnosis. No puedo dedicar un artícula al arte de las carátulas sin mencionar a este famoso colectivo de artistas, dedicados íntegramente al diseño de carátulas. Grupos como Pink Floyd, Genesis y Led Zeppelin han confiado en su creatividad para llevar sus álbumes a un nivel superior. De hecho, esta carátula no es la única de Hipgnosis que he recreado, como podréis ir descubriendo a medida que os adentréis en este post.

Entre las canciones del álbum, se pueden encontrar su single más famoso, Solbury Hill y la profunda Here Comes the Flood. Sobre esta última canción, Gabriel explica que en el momento de concebir la canción estaba obsesionado por el hecho las señales de radio son más intensas a la noche (debido a que la ionosfera se ioniza por el día, valga la redundancia, y absorbe las ondas, debilitándolas). A partir de este curioso fenómeno, Gabriel se imaginó qué ocurriría si la radio interna de cada uno se volviera más intensa, de manera que todos los humanos se conectaran telepáticamente entre sí, creando una especie de diluvio universal que desnudara a todo el mundo y nos mostrara ante los demás sin filtros ni secretos.

Scratch, 1978

Scratch (o Peter Gabriel II) es el segundo álbum de estudio de Peter Gabriel, lanzado en 1978. Diseñado también por Hipgnosis, la carátula muestra esta vez a un serio Peter Gabriel desgarrando el álbum, usando genialmente el concepto de autoreferencia. Al rasgar su propio álbum, Gabriel nos muestra que la destrucción de su yo para dar lugar a un nuevo Peter Gabriel, más abierto emocionalmente y con una nueva propuesta musical que irá evolucionando en futuros álbumes.

En mi recreación, opté por añadir un pincelada por encima para marcar el concepto de la destrucción creativa. Así, realicé la fotografía en un lugar abandonado: el mítico Festival Club, en el centro de la isla de Ibiza. El edificio fue inaugurado en 1972 como el primer macrolocal destinado a turistas de lujo. Como curisidad, tal fue la extravagancia del lugar, que incluyó entre su oferta una pequeña plaza de toros. Sin embargo, tan solo dos años después el lugar fue clausurado por problemas financieros.

Tras muchos años donde la naturaleza gradualmente fue reconquistando su territorio origional, los artistas graffiteros comenzaron a ver en el Festival Club un gran lienzo donde plasmar sus ideas. Capa tras capa de pintura en spray, el Festival Club fue mutando hacia un lugar de libre expresión artística. Esta transformación fue atrayendo poco a poco a nuevos visitantes, pero de un manera radicalmente distinta a la que se esperaba inicialmente. Últimamente, tras 50 largos años, algunas empresas turísticas han empezado a organizar excursiones para visitar este lugar, cerrando así un ciclo de destrucción y renacimiento un tanto peculiar.

Shaking the Tree, 1990

Shaking the Tree es el primer álbum recopilatorio de Peter Gabriel. Aunque no sea tan icónico como los anteriores, la carátula me inspiró lo suficiente como para recrearla. Siempre es una buena ocasión para vestir un traje, y esta sesión fotográfica no fue la excepción.

Pink Floyd

Pink Floyd es una de las bandas más icónicas de la historia de la música y cuyo nombre conoce prácticamente todo el mundo. El grupo, liderado en un inicio por Syd Barrett, empezó con influencias eminentemente psicodélicas, mas no tardó en evolucionar rápidamente, explorando diversos territorios musicales.

Wish You Were Here, 1975

De todos los álbumes de Pink Floyd, acabé eligiendo Wish You Were Here, dado que aparecían dos personajes en la carátula que podían ser fácilmente representados, aunque por sí solo, ya representa una de las obras maestras de Hipgnosis.

Los personajes de la carátula son dos hombres en traje entre estudios de grabación cinematográfica, estrechándose la mano en representación de un acuerdo de negocio. Alegóricamente uno de los dos hombres se encuentra en llamas. Hipgnosis lleva la creación de una carátula a otro nivel. En este caso, no nos encontramos en un montaje fotográfico, sino a un truco con una logística complicada: se prendió fuego a un actor real en un traje fabricado para ser ignífugo. Los fotógrafos dispusieron de pocos segundos para capturar la imagen, de manera que el actor no se quemara con el calor del fuego.

Es verdad que los negocios pueden quemarte, en especial cuando se busca el máximo beneficio para uno mismo sin utilizar brújula moral de ningún tipo y las malas intenciones se vuelven en tu contra. Hipgnosis intruduce de nuevo un elemento autoreferencia en esta carátula, ya que se puede ver cómo las llamas del negocio empiezan a consumir el álbum mismo. Con esta autoreferencia, Pink Flyod quiere mostrar su descontento con la industria de la música y en cómo utiliza a las personas y su creatividad para obtener beneficios económicos. De hecho, este tema es uno de los dos temas principales del álbum, el cual se ve claramente reflejado en Welcome to the Machine y Have a Cigar.

El otro tema central del álbum es la ausencia, presente en Shine On You Crazy Diamond y la propia Wish You Were Here. La historia que inspira estas canciones es realmente trágica.

Syd Barrett, fundador del grupo, apareció inesperadamente el estudio durante la grabación del álbum. Durante los años anteriores, su consumo de sustancias psicodélicas fue mermando su habilidad de tocar, derivando en erráticas actuaciones e incluso largos momentos de trance en el escenario, durante el cual desconectaba completamente de su rol como guitarrista. Preocupados, la banda contrató a David Gilmour para sustituirlo en la guitarra, y con el tiempo, se hizo evidente la necesidad de despedirlo. Este evento marcó profundamente a la banda, por lo que después de su gran éxito con The Dark Side of the Moon, quisieron homenajearlo en su siguiente álbum. Durante la grabación del álbum, se acercó un hombre pasado de peso, calvo y con cejas rapadas. Nadie sabía quién era, pero sus rasgos eran familiares para los miembros de la banda. Era el mismísimo Syd Barrett, totalmente degradado de su joven aspecto melenudo tan solo cinco años atrás. Este encuentro fue totalmente desgarrador para la banda, provocando terribles llantos. Se acentuó aún más la ausencia de su fundador, marcado aún más la esencia y temática del álbum.

Por suerte, mi recreación no es trágica en absoluto. Aparecemos mi amigo Christian y yo dándonos la mano en señal de respeto. Como puede ser lógico, con mis medios de entonces, no me atreví a prenderme fuego. Sin embargo, sí que intentamos buscar un lugar que fuese emblemático para su preparación. Se puede observar que la carátula original se sitúa en unos míticos estudios de Hollywood, pero Ibiza carece de estudios similares, por lo que me decidí a seguir la línea del álbum Scratch y buscar un lugar abandonado.

En ese momento, no conocía las ruinas del complejo hotelero situado en Cala d’en Serra, así que la recreación iba a ser la excusa perfecta para visitarlo. Inicialmente ideado por el famoso arquitecto barcelonés Josep Lluís Sert, su construcción se suspendió a mediados de los años setenta, abandonándose finalmente en 1983 tras su muerte. Se quiso continuar con la edificación en la década de los 2000, pero la crisis financiera del momento terminó con cualquier proyecto de aprovechamiento de la estructura. Actualmente, y con la única excepción este monstruo hijo de una ávida industria turística, Cala d’en Serra sigue siendo una cala bastante virgen y poco visitada por el turismo de masas.

King Crimson

King Crimson es uno de los pocos grupos que he tenido la suerte de ver en vivo, en el Teatro Coliseum de Barcelona en 2019. Aunque no es un grupo muy conocido, su música es técnicamente fascinante y supone una influencia muy importante en la creación y consolidación del rock progresivo como género. Curiosamente, King Crimson es el nombre de una calle en Formentera. El grupo fue elegido por haberse inspirado en su estancia en la isla mediterránea en su canción Formentera Lady, que incluyeron en el álbum Islands de 1971.

Red, 1974

Red, Larks’ Tongues in Aspic y Starless and Bible Black constituyen una de las trilogías más icónicas de King Crimson, caracterizadas por un sonido duro y áspero cercano al metal, y con la voz de John Wetton como hilo conductor. Se dice esta aspereza inspiró musicalmente a Kurt Cobain en el desarrollo del estilo musical de Nirvana. Red es el álbum más oscuro de la banda, con un sonido que combina el riff pesado con melodías melancólicas suaves, poniendo a relucir la concepción de música como contraste entre lo esperado y lo inesperado, lo ordenado y lo caótico.

El espíritu de Red cristaliza a la perfección en su última canción, Starless. Esta épica de 12 minutos y medio empieza con una dulce pero muy melancólica melodía. En acabar la melodía, una guitarra estridente entra para marcar el compás de un tiempo que nunca volverá y la canción progresivamente va degenerando en riffs más pesados y caóticos, culminando en un apocalipsis sonoro cuya nota final se disuelve en el silencio que simboliza una oscuridad eterna, sin estrellas ni luz de ningún tipo.

La carátula de Red es la única en la que aparecen integrantes del grupo. Red culmina una época inestable para King Crimson después de muchas iteraciones y cambios en el grupo. Debido a la confrontación con el líder de la banda, Robert Fripp y las dificultades que suponía lidiar con su personalidad reservada y distante, el grupo fue perdiendo miembros hasta acabar en el trío responsable de Red, conformado por el baterista Bill Bruford, el bajista y vocalista John Wetton y el propio Robert Fripp, a la guitarra. Tras la publicación de Red, el grupo se disolvió temporalmente hasta su resurgimiento en 1981, con una propuesta sonora radicamente distinta: el polirrítmico álbum de Discipline.

En mi recreación, aparecemos tres muy amigos desde tiempos del instituto, Christian, Leandro y yo. Con este montaje quería expresar la idea que a pesar de la melancolía, la pérdida, la oscuridad y la crudeza de la vida, el núcleo de verdaderos amigos permanecerá inalterado, avanzando juntos tanto en los buenos como en los malos momentos. La fotografía carece de adornos, es en blanco y negro, y con fondo oscuro. Con esto quería transmitir que, al final, lo único importante éramos nosotros y nuestro tiempo juntos.

Japan

Japan quizá no os suene como grupo pero sí tiene un par de canciones bastante comerciales, como son Ghosts o Quiet Life. Al igual que David Bowie, Japan surfeó la ola del llamado glam-rock a finales de los 70, en el que el foco pasa a estar en la estética y la puesta en escena, de aquí que gran parte de las carátulas de sus discos sean bastante icónicas.

Quiet Life, 1979

La carátula de Quiet Life presenta a David Sylvian, el vocalista del grupo, vestido con un traje rojo desvaneciéndose en el brillo de un fondo blanco. La carátula muestra el contraste entre los colores llamativos del traje y el rostro decaído del cantante, en sintonía con la línea melancólica pero sotisficada y contenida de su música. La canción que da nombre al álbum expresa la apatía y monotonía del mundo nuevo que se empezaba a configurar en la década de los 80, lo que dificulta la búsqueda de un sentido en la vida.

The Beatles

Entre los amantes del rock, The Beatles siempre ocupa un puesto en el top de grupos favoritos. De hecho, es una parte fundamental del colectivo imaginario de la cultura popular, esencialmente por el éxito cosechado entre los jóvenes a mediados de los 60s. Pero es justo despúes de ese éxito que el grupo dedice alejarse de su estilo original y abrazar la experimentación en el estudio, siendo pioneros de toda una revolución musical que otros grupos seguirían en los años siguientes.

Revolver, 1966

Revolver es el primero de los álbumes experimentales del grupo liverpuliano. La carátula es el primero de los elementos que se distinguen de su época anterior. Muestra las cabezas dibujadas de los miembros del grupo y, de entre sus melenas, aparecen pequeñas versiones de ellos mismos como si se tratara de un collage.

Mi amigo Christian empezó a aficionarse por inmortalizar nuestras noches de juerga, de “gatera” como se le suele llamar en ibicenco. Tras almacenar un puñado de imágenes graciosas, decidí fundirlas en un collage, partiendo de la idea de la carátula de Revolver, naciendo así esta recreación.

One more thing!

Para acabar, os contaré la historia de tres imágenes más. No son carátulas de discos, sino parodias de obras de arte y de ficción que también he recreado y que ocupan un lugar dentro de mi cultura personal.

La última cena

Una de las obras más míticas de la historia de la humanidad es La última cena de Leonardo Da Vinci, de quien Walter Isaacson hace una fantástica biografía. La última cena cuenta con más de 500 años a sus espaldas y sigue fascinando a generaciones enteras de artistas y, como no, a pariodistas. Es quizás la obra visual más parodiada, a parte de la célebre Abbey Road, la cual también pariodé en su momento pero nunca publiqué (solo los verdaderos Troll Inc. la han visto). La recreación de La última cena homenajea a mis amigos de la época pre-universitaria y a otras personas que, por cualquier motivo, fueron fundamentales para la creación de mi identidad personal.

Rick and Morty

Rick and Morty no necesita presentación. Caracterizado por su humor gamberro, la serie suele partir de una premisa científica o filosófica y la lleva a sus últimas consecuencias, incitando así a la reflexión. En esta recreación, mis amigos y yo nos aventuramos a hacer un viaje con la nave de Rick. No sé si es buena idea que yo esté al mando de la nave, pero al menos Carlos no se ha olvidado de llevar sus botellas de hierbas ibicencas para pasar un buen rato, y acabar con una buena “gatera” encima.

Steve Jobs

La biografía de Steve Jobs, también de Walter Isaacson, marcó profundamente mi adolescencia. La historia de la creación de Apple, la evolución de una idea a una empresa global, la importancia del mensaje, y otros temas igualmente importantes me hicieron reflexionar y adentrarme en el lugar donde la tecnología y el arte coexisten.

Con el avance las inteligencias artificiales generativas, cada vez es más fácil generar imágenes en las que puedo aparecer dentro de cualquier carátula u obra de arte. Para mí le quita parte del encanto que tenía antes. Me hacía pensar en buscar un lugar, en preparar la escena, en buscar la ropa adecuada, en la iluminación, en la pose, en la edición de la foto… Todo un proceso creativo que me encantaba, simplificado a un par de clicks. Seguramente exista un mundo creativo detrás de la generación de imágenes, pero todavía no lo he descubierto (más allá de generar la imagen de portada de este post).

¿Qué opináis vosotros? ¿Preferís la fotografía y la edición a la generación de imágenes? ¿Creeis que la inteligencia artificial limita la creatividad? ¿Os gustaría que volviera a recrear algún disco? Os leo en los comentarios.

Para finalizar, os deseo que las fuerzas de la perseverancia y la creativiadad no os abandonen, o en palabras de Steve Jobs:

“Stay Hungry, Stay Foolish”

¡Hasta el próximo post!